Siempre preocupada por la métrica, el número de sílabas, la rima.

A veces olvido que contigo no es necesario medir las palabras.

Que la felicidad era es(t)o. Un café en esta parte del mundo, un libro-laberinto (para perderme en sus páginas y no querer salir) y saber deletrear tu nombre en todas las direcciones.

(mi credo)

Mi abuela siempre dice:
si no crees en dios, en algo creerás

Creo en el acoplamiento natural de ciertos cuerpos (del tuyo y el mío que en esta cama juegan a ser piezas de un puzzle).

Voy a ser todo lo mala que pueda. Lo prometo. Es mentira eso de que las buenas van al cielo...

Dicen que la estrella polar nos indica el norte, sólo hay que seguirla para llegar a tu destino.

¿Recuerdas cuando en la playa había conchas? ¿Y cómo me gustaba coger la arena para dejarla escapar entre los dedos? Siempre me ha gustado la arena. Y el olor del mar. Aún me quedan días de verano.

(momentos felices)

comprobar que existen más de 4000 tipos de papel sobre los que podré empezar a cambiar de caligrafía.

Champagne con cianuro, por favor.

Un año luz equivale a 9460000 millones de kilómetros. Tú te encuentras a cinco años luz de mí.

Haz cálculos.

127 pensamientos dedicados a ti en menos de tres días son muchos, ¿no crees?

(superpoderes III)

Tengo el don de la invisibilidad.

Conozco el número exacto de motas amarillas en tus ojos, y tú ni siquiera sabes cuál es mi nombre.

Vas a tener que tocar muchas más veces mi piel para que empiece a reconocer tus dedos. Yo y mi memoria de pez.