Por fin. He dejado de obsesionarme con los recuerdos.

(a-ho-ra)

Hoy me he levantado como el día: lluviosa. Y contaminada de recuerdos que me hacen pensar que un día tuve mi mar particular en los ojos de alguien y mil mapas de carreteras secundarias en su cuerpo. Odio la lluvia. Odio el invierno. Odio todo este desequilibrio que me provoca las vueltas que le doy a la vida.

Llegará el día en el que nos creeremos nuestras biografías inventadas.

(construyendo el Meccano).

El tiempo condicional del verbo tatuado en mis muñecas. 

[Y si...]

Cuando tú estás en otoño, yo ya estoy en invierno.
(voy mil pasos por delante de tí).

La nicotina tarda en llegar al cerebro 7 segundos. Tú tardabas en llegar al mío 4 segundos. Ahora tardas 2 segundos y medio. Récord de velocidad. Enhorabuena.

Es fácil seguir en el columpio, balanceándose... lo difícil es saber cuándo saltar
(en marcha).

Noviembre ha venido cargadito de sorpresas y regalos. Ya mismo el cofre cardiovascular no me va a caber en el pecho.

Tener charm art decó, como tú dices, no sirve de nada si no sabes utilizarlo.

Gástame los labios.

Todo funciona por etapas y ahora empieza la del bicho-bola.
(duro por fuera, frágil por dentro y a rodar y rodar...)

Tu sonrisa 58 y mi mirada 36 harían incendiar cualquier rincón de la Antártida. Eres (somos) fuego.

Lo único que hay en este sitio es silencio. Me gustan las historias que contienen los cementerios. Pero estar aquí me trae recuerdos borrosos. Mezcla de ficción y realidad. Sensaciones y recuerdos de sensaciones. Y palabras que quizá un día quise decir.