Me decías que parecía una muñeca de una caja de música. Dando giros perfectos sobre sí misma cada vez que entraba en el bar y me bebía un par de cervezas. Con mi risa que se me caía a borbotones. Inundándolo todo.
Prometo seguir inundando el 2011. Y prometo seguir enamorándome en la hora azul.
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